El castillo de Javier nace en el siglo X, cuando los balbucientes reinos navarro-aragoneses sostienen escaramuzas con el caudillo Almanzor. En sus inicios es una torre de vigilancia para defender el valle del río Aragón. La base de la torre es la más antigua que se conserva en Navarra.
En 1134 murió Alfonso I El Batallador, Rey de Aragón y Pamplona, dejando como herederas y sucesoras del reino a las Órdenes Militares de los Templarios, Hospitalarios y del Santo Sepulcro de Jerusalén, con el disgusto de los nobles aragoneses y navarros por el testamento. Los aragoneses llegaron al acuerdo de que le sucediera su hermano Ramiro I El Monje, mientras que en Navarra eligieron a García Ramírez El Restaurador, hijo del infante don Ramiro, casado con una hija de El Cid. Con la separación de los reinos de Navarra y Aragón, el castillo y la villa de Javier se convirtieron en un enclave aragonés fronterizo. En el año 1217 el noble aragonés Ladrón Périz, Señor del Castillo de Javier, lo empeñó al rey Sancho VII El Fuerte (1194-1234) como garantía de un préstamo de 9000 sueldos, al finalizar el plazo y no hacer frente al pago, el Castillo de Javier pasó a ser propiedad del rey navarro. El rey navarro Sancho VII fue un gran prestamista de la Corona de Aragón y gracias a los préstamos no devueltos, amplió sus fronteras con una gran cantidad de villas y castillos aragoneses entregados como aval, entre otros: Escó, Peña, Petilla, Trasmoz y Sádaba. El documento de Ladrón, hijo de Pedro Ladrón, da en prendas el castillo y villa de Javier al rey Sancho VII, fechado en Tudela en 1217: In Dei nomine. Notum sit omnibus hominibus presentibus et futuris, quod ego Ladron, filio de don Pero Ladron, mitto in pignus uobis domino Sancio, regi Nauarre, Sauierr, meum castellum et uillam, totum ab integro cum introitibus et exitibus suis cum molendinis et cum omnibus aliis hereditatibus, heremis et populatis, cum montibus et herbis, cum aquis et pascuis et cum omnibus illis directis et pertinentiis que ad supradictum castellum et ad uillam pertinent uel pertinere debent, per mille et quingentos morabetinos alfonsinos, de quibus ego fui bene paccatus statim, et sum inde de manifiesto. Et est sciendum quod uos, don Sancio rex Nauarre, debetis ponere in aforamento de supradicto castello et uilla sexcentos morabetinos, preter1 mille et quingentos supradictos. Et omnes isti morabetini fiunt duo milia et centum, pro quibus omnibus inpignaui uobis meum castellum supradictum et uillam. Est tamen tal conuenientia quod si ego don Ladron sepe dictus, de ista pascha resurrectionis Dominice, quod est in era .Mª.CCª.Lª.Vª. usque ad duos annos, non extraxero a uobis supradictum castellum et uillam de pignore, ab illa prefixa die in antea, uos dominus rex Nauarre faciatis totam uestram propriam uoluntatem de supradicto castello et uilla et de omnibus suis pertinentiis. Sciendum est etiam quod in illa die qua inpignaui uobis supradictum castellum et uillam, morabetinus ualebat nouem solidos, et placuit mihi et uolui quod, in illa die qua per illam conuenientiam facta inter me et uos, debeo trahere de uobis supradictum castellum et uillam de pignore, si uos uolueritis que pague ad uos nouem solidos sanchetes de uestra moneta morabetino, ego quod uos pague assi, et si magis uolueritis morabetinos quod [...] uestros duos mille et centum morabetinos in auro. Et totum [...] esleita. Sed si ego don Ladron non habuissem pacem uobis domno Sancio regi Nauarre [...varias lineas ilegibles]res nostre uel quicumque alii occasione [...] Sauierr aut in suas causas quod uos adiuuare ad defendere et [... pa]rentibus et amicis et uassallus, et cum toto meo podere, donec sit uobis emendatum totum dapnum quod fuerit ibi factum. Ego etiam don Ladron conueni uobis, domino Sancio regi Nauarre, et promisi uobis lealmente que, uos faciendo gardare Sauierr bona fide, sicut unum de uestris castellis, si forte rex Aragonie aut homo de Aragon uos furtasse Sauierr, aut per força uos lo prisiesse, quod ego pague ad uos toto isto auere prout superius scriptum est. Testes huius rei, uisores et auditores, Johannes Martini de Mannero; Petrus Guillem de Castellon; Petrus Christofori, cancellarius domini regis; Guillermus de Sangossa et Guillelmus, notarius qui presentem cartam scripsit. Actum est hoc apud Tutelam, sub era .Mª.CCª.Lª.Vª. En 1236 el rey navarro Teobaldo I El Trovador (sobrino de Sancho VII, hijo de Blanca de Navarra) entregó el castillo de Javier a Adán de Sada, que a su vez entregó el castillo en 1252 a su sucesor Martín Arnáez de Sada a cambio del lugar de Ordoiz y otras posesiones. En 1474 el castillo y el lugar de Javier pertenecían a Juana Aznárez de Sada, que casó con Martín de Azpilicueta, señor del palacio de Azpilicueta (Valle del Baztán, pirineo atlántico), la hija de ambos, María de Azpilicueta, casó con el doctor Juan de Jaso de Baja Navarra (actual Francia), Presidente del Real Consejo de Navarra. Del matrimonio de nacería Francisco de Jaso y Azpilicueta, conocido como San Francisco Javier, patrono de las misiones y a quien está dedicado el castillo. El rey Fernando II de Aragón, El Católico', en 1512 conquistó Navarra, mientras que Juan de Jaso y María de Azpilicueta se mantuvieron leales a los reyes legítimos Juan de Albret y Catalina de Foix. Por este motivo el Cardenal Cisneros, regente de Castilla, en 1516 ordenó la demolición del castillo de Javier. De ello se ocupó el Duque de Nájera, llevando a cabo un desmochando de la parte fuerte del mismo. El rey de Baja Navarra Enrique II de Albret en 1521 ocupó Navarra en un vano intento de recuperar su reino, con el apoyo del rey francés Francisco I. Tropas navarro-gasconas entraron en Navarra ayudadas por la sublevación de algunos habitantes, aunque el objetivo de las tropas francesas era entrar en Logroño para entrar en Castilla. Las tropas castellanas, con fuerte presencia guipuzcoana, reaccionaron rápidamente obligando a los franceses a retirarse de Logroño. En junio de 1521 los dos ejércitos se enfrentaban en la batalla de Noáin, las tropas leales al emperador Carlos I tomaban definitivamente Pamplona. Posteriormente, hubo puntos de resistencia en el castillo de Maya hasta 1522 y Fuenterrabía hasta 1524. En la defensa de Pamplona se encontraba Ignacio de Loyola y en el bando navarro estaban Juan y Miguel Jaso (hermanos de San Francisco Javier). Tras el fracaso del asedio, los hermanos Jaso se refugiaron en el castillo de Maya y fueron condenados a muerte. En 1524 obtuvieron el perdón de Carlos I y Juan Jaso pudo volver al castillo de Javier como heredero y señor tras la muerte de su padre. Tras sucesivas herencias, la propiedad del castillo y pueblo de Javier, recayó en la Casa de Villahermosa. A finales del siglo XIX, la duquesa de Villahermosa, doña María del Carmen de Aragón-Azlor, y su marido don José Manuel de Goyeneche, conde de Guaqui, se encargaron de comenzar las obras de restauración. El fallecimiento sin descendencia de don José Manuel de Goyeneche hicieron peligrar la continuación de las obras. Finalmente, los hermanos del conde de Guaqui mediante escritura notarial acordaron reconocer a la duquesa de Villahermosa el usufructo vitalicio de toda la herencia de su marido para hacer frente a los gastos de las obras iniciadas. Dado la envergadura de la obra, todos los hermanos del conde de Guaqui participaron con sus propios fondos en la restauración del castillo de Javier, la edificación de una basílica adosada a él y la construcción de viviendas para sacerdotes y casas de ejercicios. Doña María del Carmen de Aragón-Azlor, duquesa de Villahermosa, a principios del siglo XX donó el castillo y la basílica de Javier a la Compañía de Jesús con la condición de que la mantuvieran tal como se les entregó. En la cripta de la basílica descansan los restos de quienes contribuyeron a tal espléndida obra: la duquesa de Villahermosa, su marido Manuel de Goyeneche (conde de Guaqui) y los hermanos María Josefa (duquesa de Goyeneche), Carmen (duquesa de Gamio) y José Sebastián de Goyeneche y Gamio (promotor de la Fundación Goyeneche). |