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Con la muerte de Enrique IV el 11 de diciembre de 1474 en el Alcázar de Madrid, don Rodrigo de Ulloa cabalgó hasta Segovia para comunicar la noticia a su hermanastra Isabel y comunicarle de parte de la Junta de Sucesión (nombrada por Enrique IV ) que no interpusiese acción alguna hasta que la sucesión al trono fuera aclarada.

Isabel haciendo caso omiso, en un estrado de la Plaza Mayor de Segovia, con una mínima presencia de los diversos estamentos de la ciudad, el 13 de diciembre de 1474 se proclamó Reina de Castilla.


Van-Halen, Francisco de Paula, 1814-1887

La Concordia de Segovia.- La proclamación de Isabel como Reina fue personal, sin especificar que su marido Fernando pudiera intervenir en el Gobierno de Castilla. En la carta enviada por Isabel a las ciudades se especificaba jurarla a ella como Reina y a Fernando como a su marido.

El hecho provocó malestar en Fernando y en general en el Reino de Aragón. Para suavizar la situación, Fernando se acercó a Segovia para celebrar el año nuevo de 1475, teniendo que esperar en Turégano para realizar la entrada solemne en Segovia el 2 de enero de 1475.

Fernando el Católico en su entrada a Segovia fue recibido por el Arzobispo de Toledo, don Alonso Carrillo de Acuña, y el Cardenal de España, don Pedro González de Mendoza.

Con el objetivo de elaborar un texto claro, que satisficiera a las dos partes, se nombraron árbitros, por Fernando a don Alonso Carrillo de Acuña 'Arzobispo de Toledo' y a don Pedro González de Mendoza 'Gran Cardenal de España' por Isabel.

El 15 de enero de 1475, partiendo de las capitulaciones matrimoniales de Cervera de 1469, los compromisarios llegaron a la redacción del Acuerdo para la Gobernación del Reino, En el Acuerdo se recogía que en la intitulación de los documentos el nombre del Rey precedería al de la Reina, y las armas de la Reina a las del Rey.

En un principio, el Acuerdo era favorable a Isabel; poco después, ante la inminente guerra con Portugal, Isabel tuvo que ir concediendo a Fernando amplios poderes que matizaban las disposiciones iniciales.

Isabel conservó el principio de que la Reina sucesora era sólo ella.

Problemas con la Proclamación.- La proclamación de Isabel como Reina no fue aceptada por los partidarios de Juana de Castilla 'La Beltraneja'.

Entre los nobles que se adhirieron a la proclamación de Isabel y acudieron a Segovia se encontraban los Mendoza, Enríquez, Rodrigo Pimentel, Fernández de Velasco, Alba y Treviño. Entre el soporte eclesiástico se encontraba Alonso Carrillo de Acuña 'Arzobispo de Toledo', hombre de confianza de Juan II de Aragón, aunque a veces se enfrentó con los principios autoritarios de Isabel y Fernando abandonando la ciudad de Segovia.

Entre los linajes que se opusieron, partidarios de 'La Beltraneja', Juan Pacheco 'Marqués de Villena' con su hijo, los Téllez Girón, los Zúñiga, Conde de Urueña, Duque de Arévalo, y don Rodrigo Ponce de León 'Marqués de Cádiz'. El soporte eclesiástico se encontraba en don Pedro González de Mendoza 'Gran Cardenal de España', aunque finalmente fue ganado por los Borja acabando siendo un consejero de los Reyes Católicos.

Enfrentamiento Civil.- A la muerte de Enrique IV el 12 de diciembre de 1474, Juana la Beltraneja para la sucesión a la Corona de Castilla contaba con la última voluntad de su padre, el apoyo de su madre la reina Juana de Portugal, y unos fieles partidarios desde 1462.

Los partidarios de Juana buscaron ayuda en Portugal, encontrando apoyo en el monarca Alfonso V, celebrándose el matrimonio entre Alfonso V de Portugal y su sobrina Juana de Castilla el 29 de mayo de 1475. El matrimonio se efectuó con la dispensa concedida en una bula de Pío II, ratificada después con otra bula de Sixto IV.

En paralelo, Isabel la Católica anticipándose al enfrentamiento con Portugal, para que Francia no reconociera a la princesa Juana de Castilla, intentó renovar la alianza franco-castellana con el monarca francés Luis XI. En esta línea, firmó una alianza de no-agresión durante tres años con el reino de Granada.

Alfonso V de Portugal entró en Castilla con un poderoso ejército, mientras Isabel en el Castillo de la Mota de Medina del Campo, pasando después a la Casa de Juan Vivero de Valladolid cedida por el Conde de Benavente.

La guerra civil comenzó con la derrota de Fernando el Católico al tomar la guarnición juanista de Toro. El ejército de Isabel, dirigido por su esposo Fernando, cambiando de estrategia consiguió apoderarse de Burgos y su castillo, enviando al estratega militar Alfonso de Aragón (hijo bastardo de Juan II) a dicha ciudad.

El 1 de marzo de 1476, las tropas aragonesas de Fernando vencieron al ejército juanista en la campiña de Peleagonzalo (en las afueras de Toro). La batalla tuvo serias consecuencias, como la rendición del castillo de Zamora, el abandono de algunos nobles castellanos en el ejército juanista y frenar al monarca francés Luis XI para no penetrar en Castilla.

Mientras Alfonso V y Juana de Castilla tuvieron que regresar a Portugal, Isabel y Fernando quedaban como dueños de todo el territorio castellano.

En junio de 1476, el monarca lusitano Alfonso V 'El Africano' viajó a Francia para conseguir el apoyo de Luis XI. Después de mucho tiempo perdido, tuvo que regresar a Portugal tras la proclamación de su hijo Juan como rey lusitano en Santarem el 10 de noviembre de 1477.

El Africano, con la intención de acceder a la Corona de Castilla, emprendió una segunda entrada en febrero de 1478. Abriendo un frente en Galicia, tomó la ciudad de Tuy dirigiéndose hacia Santiago.

En la campaña gallega, Alfonso V contó con la colaboración de varios nobles gallegos, entre ellos, la de don Fernando de Pareja 'Adelantado Galicia', o la de don Pedro Álvarez de Sotomayor 'Conde de Camiña'.

Entre los partidarios isabelinos se formó la resistencia gallega. En la recuperación de la ciudad de Tuy tuvo un puesto dirigente el Obispo Diego de Muros, que caería prisionero de las tropas portuguesas. Finalmente, la ciudad quedaría bajo el mando de Isabel, al frente del alcaide de Castronuño, don Pedro de Avendaño.

El 4 de septiembre de 1479, en Alcaçobas se firmó el Tratado de Paz con Portugal. En los preámbulos intervinieron por parte de Isabel y Fernando, el letrado del Consejo don Rodrigo Maldonado de Talavera; por parte del monarca Alfonso V y del príncipe heredero, don Juan de Silveira 'Barón de Alvito'.

En el Tratado de Alcaçobas, los Reyes Católicos concedían el perdón a todos los nobles que hubieran favorecido la entrada de Alfonso V 'El Africano', renunciando a cualquier indemnización de guerra, renunciaban a cualquier derecho sobre las posesiones lusitanas oceánicas y sobre el reino de Fez.

Por su parte, el reino de Portugal se comprometía a entregar a prisioneros castellanos (entre ellos, personajes relevantes como Luis de Benavente y Juan de Meneses), a no favorecer a los nobles contrarios a los Reyes Católicos, a no entrar de nuevo en Castilla, admitía el dominio castellano sobre el archipiélago de Canarias.

Ambas partes se comprometían a destruir cualquier fortaleza construida en la frontera en tiempos de guerra.

El Tratado de Alcaçobas fue confirmado por Isabel de Castilla en Trujillo el 27 de septiembre de 1479, y posteriormente, junto con Fernando, en Toledo el 6 de marzo de 1480.

En paralelo, el 4 de septiembre de 1479 se firmó el Tratado de Tercerías, también conocido como Tratado de Moura, tratado diferente pero no excluyente del Tratado de Alcaçobas.

El Tratado de Tercerías fue elaborado por los plenipotenciarios don Rodrigo Maldonado de Talavera (de parte de Isabel y Fernando) y don Juan de Silveira 'Barón de Alvito' (de parte de Alfonso V y el príncipe heredero). En él se recogen las cláusulas más delicadas, tratando al destino de las personas, especialmente el de la reina lusitana Juana de Castilla, esposa de Alfonso V 'El Africano'.

En el Tratado se ofrecen dos alternativas, la de quedar en régimen de tercerías en Moura, bajo el amparo de Beatriz de Portugal, hasta que el príncipe Juan de Castilla cumpliese catorce años y decidiera casarse con ella o rechazarla; o por el contrario, la de entrar en un convento religioso.

El 5 de noviembre de 1479, Juana de Castilla decidió entrar en las Clarisas de Santarem.

Isabel la Católica siguió muy de cerca la vida de su sobrina Juana de Castilla, exigiendo que en Portugal nunca recibiera el título de reina, princesa o infanta de Castilla, con extremas medidas de seguridad para que nunca saliese del monasterio.

Juana de Castilla acabó escapando del monasterio instalándose en Lisboa, hasta su fallecimiento el 28 de julio de 1530.

 

Hace ya medio siglo apareció en el Archivo Municipal de Segovia el texto del escribano Pedro García de la Torre,
quien daba fe del Acto de Proclamación de Isabel la Católica.

En los sábados 11 y 18 de septiembre de 2004, se escenifica en Segovia la proclamación de Isabel I como Reina de Castilla, creando un espectáculo de gran fidelidad con los textos, con el atractivo de una ciudad medieval engalanada para la ocasión.

12.00 h. - Duelo de campanas
El tañido de las campanas de las iglesias de San Miguel, San Millán, la Trinidad y la Catedral tocando a duelo por la muerte de Enrique IV, dará paso al comienzo de la escenificación, cuyo primer cuadro tendrá por escenario el Enlosado de la Catedral. ">

12.00 h. - Deliberación del Concejo - Enlosado de la Catedral
Allí, simultáneamente, se reconstruirán los hechos previos a la proclamación de Isabel la Católica, con la deliberación del Concejo, compuesto por justicia, alguaciles, representantes de caballeros, escuderos y el pueblo llano.
Los mensajeros de la Princesa expondrán al Concejo su reclamación de derechos a la Corona de Castilla. 12.15 h. - El Cortejo - De El Alcázar al Enlosado de la Catedral
El Cortejo de la Princesa al que acompañarán gallardetes con los escudos de Castilla, se prepará para partir hacia la Catedral desde el Alcázar.
La Comitiva que recorrerá las calles de Segovia pasando por Ronda de Juan II, Martínez Campos y la Plaza Mayor, estará compuesta por más de cien actores, músicos y jinetes a caballo.
Un conjunto de músicos medievales acompañará al Cortejo que cerrará la guardia de la todavía Princesa.

12.30 h. - Proclamación de la Reina - Enlosado de la Catedral.
Llegados al Enlosado de la Catedral, la Princesa ocupará su puesto en el Sitial y jurará, ante el Concejo los privilegios y buenos usos de la ciudad y el reino, sobre los Evangelios.
Representantes de los diversos estamentos protagonizarán el acto de acatamiento de señoría, tras el que sonarán aplausos, vítores y fanfarrias.
La Reina en la Catedral ofrecerá a Dios el pendón simbolizando los reinos de Castilla y León, regresando después al Alcázar siguiendo el itinerario inverso a su llegada.


Alonso Carrillo de Acuña. Óleo de Juan de Borgoña, Sala Capitular Catedral de Toledo

 

 

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